De Cara e' perro a Encontrados[1]
Las conexiones territoriales entre los estados Táchira y Zulia, y parte de la frontera con Colombia, favorecieron el comercio internacional durante finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, gracias a la compañía ferroviaria el Gran Ferrocarril del Táchira y la producción de café como rubro principal que abrió las puertas del intercambio. Pocas investigaciones se han llevado a cabo sobre el tema, la mayoría registraron el hecho desde los aspectos económicos, técnicos, de hazaña ingenieril, comercial. Escasamente se ha escrito sobre la incidencia más relevante que son los aspectos locales, identitarios e imaginarios de los habitantes de los lugares involucrados en esta historia.
En una ocasión, el historiador José Miranda González, en un ataque de escepticismo y respondiendo a la pregunta: ¿para qué sirve la historia?, afirmó que el conocimiento histórico no sirve para nada, desde el punto de vista práctico no sirve para cambiar el presente, no evita nada, no enseña nada. Partiendo de esta afirmación, invadida por el mismo escepticismo, podría ir un poco más allá y decir que una historia en particular como esta, la historia del Gran Ferrocarril del Táchira, solo podría llegar a enseñarnos algo o mucho, si comenzamos a verla, escucharla y aprenderla de una forma distinta.
Es por ello que en esta oportunidad decidimos comenzar un proyecto expositivo-artístico-investigativo, desde las entrañas mismas de lo local y desde sus propios personajes, testimonios y realidades andinas, reflexionar sobre una historia olvidada en el tiempo que dejó tras de sí, estructuras físicas que nos hablan de conexiones: como caminos, puentes, rutas marcadas, estaciones, fragmentos de rieles, y hasta un pueblo entero, pero muy poco de conocimiento, de reconocimiento en esa historia que no parece ser de nadie, solo de los pocos que aún siguen repitiendo los recuerdos de los recuerdos.
Como testimonio de ello las obras de esta colectiva se nos presentan como perspectivas artísticas contemporáneas que intentan narrar el paso implacable del tiempo, personajes anónimos, la memoria, el recuerdo, el viaje y su tránsito por la vida, pero también por la muerte y el olvido. Cada artista partiendo del concepto de viaje, del recorrido entre estaciones de comienzo y llegada del ferrocarril, Cara e' perro y Encontrados, desarrollaron propuestas que dialogan con el pasado y el presente de muchas historias aún sin contar, sin comprender.
Táchira y Zulia, dos estados relacionados en diferentes momentos de la historia por razones comerciales, económicas, geográficas, culturales y en este momento artísticas. Este es un viaje que apenas comienza y lo hace a través de la imagen, de la obra matérica que desea ser contundente ante lo efímero del tiempo y las circunstancias.
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Vista general de la exposición: De Cara e' perro a Encontrados, un viaje por los rieles de la memoria.
Fotografías por Danny Duben.
Conexiones Etéreas
Peter Andrés con esta instalación in situ consigue desplegar en el espacio una estructura que no había desarrollado su potencial, hasta entonces retenido en un dibujo arquitectónico y prototipo de maqueta. Esta obra adquirió la versatilidad que desde un inicio el artista quiso y ha venido planteando con sus propuestas de intervención artística, una estructura modular que juega, se adapta y construye formas nuevas partiendo de las características múltiples que pueda presentar el espacio.
A partir del juego modular espacial logra edificar formas cuyo referente nos lleva a las obras de ingeniería que siguen siendo fundamentales para las conexiones entre espacios inconexos, el puente. Estructura que sugiere el artista, pero, al igual que la Historia del Gran Ferrocarril del Táchira, se transformó, como los puentes que fueron construidos para conectar a los pueblos y que ahora, aunque siguen cumpliendo sus funciones de tránsito, perdieron gran parte de su memoria y por ende de su intención original.
Haciendo evidente esta des-estructura, se amplía la experiencia plástica al poder transitar la obra a través de ella, experimentando la intervención espacial y sus posibles ángulos visuales.
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Peter Andrés, Conexiones Etéreas (2016)
El Cabo Elías, el alimentador del fuego
Carlos Cruz Aceros reconstruye sobre pared un suceso real que plasma algunas de las consecuencias que trajo la modernidad a los pueblos andinos, como la muerte en manos de la tecnología desbordada de sus cauces. El artista toma como referencia una historia como la de Elías, quien conducía una de las locomotoras del Gran Ferrocarril del Táchira y un día murió en el kilómetro 61, aplastado por el gran monstruo de metal, quemado por el fuego que alimentaba el progreso, maquina descarrilada que él mismo conducía hacia un destino incierto.
Con ese mismo fuego, Aceros plasma sobre el metal esta historia mediante texturas y formas que nos van contando episodios del recorrido que condujo el Cabo Elías, entre estación y estación hasta su muerte. Texturas que nos hablan de un cuerpo trasportado, transformado por el viaje, quemado por ese mismo fuego que lo movilizaba.
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Carlos Cruz Aceros, El Cabo Elías, el alimentador del fuego (2016)
Bella traviesa
Annie Vázquez (AVE) usando irónicamente el lenguaje carga de sentido a la obra, desde el concepto y la forma, para describir las consecuencias a nivel forestal y el silencio implacable que deja tras de sí los sueños de modernidad. La obra recrea un espacio de descanso absoluto, de estancia mortuoria, espacio silente por los árboles caídos, por los pueblos que se quedaron detenidos en el tiempo.
Así como esta traviesa original expuesta, muchas de ellas se pueden conseguir como parte del cotidiano de las casas y lugares de los pueblos andinos, el cual ha sido la única forma de aprehensión de esta historia baldía, de los rieles a las rejas de las casas y de allí a cumplir infinidad de funciones.
La historia del ferrocarril sigue presente en el cotidiano de los pueblos involucrados, pero en la mayoría de los casos lo encontramos de esta misma forma, descontextualizado, perdiendo y adquiriendo al mismo tiempo nuevas connotaciones.
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Annie Vázquez, Bella traviesa (2016)
El invocador de caminos
Osvaldo Barreto (Oscuraldo) es quien, de todas las propuestas instalativas, escenifica la máquina ferrocarril. Piezas dispersas, ensamblaje de metal y carbón, la materia orgánica sosteniendo la vida de los fragmentos que quedan. Así como una vez movilizó a la gran máquina comercial, el carbón ahora mantiene vivo en un cuasi equilibrio, los pocos restos que quedan de la historia.
El camino se presenta como un lugar abstracto, un trayecto posible que comprende los puntos de partida y llegada, que contiene a modo de excavación arqueológica piezas valiosas que nos hablan de un tiempo pasado, con historias que aún pueden ser rescatadas para ser ubicadas en un espacio más excelso de la memoria tachirense y zuliana.
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Oswaldo Barreto, El invocador de caminos (2016)
La terminal
Rafael Sánchez con esta obra nos presenta una instalación compuesta por unos cuerpos levitantes hechos de papel comprimido y como leitmotiv gráfico-objetual de la obra, el café como mancha y la representación de la taza de café.
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Rafael Sánchez, La terminal (2016)
Ante estos elementos nos vamos al punto que generó toda esta historia, la producción y el comercio del café. Este rubro fue el actor principal que trazó el recorrido por la geografía de los dos estados para hacer que el café tuviera su salida comercial por el puerto de Maracaibo. De ahí el artista genera un escenario de cuerpos suspendidos que transitan entre estaciones, cuerpos marcados por lo transitorio, un cuerpo-paquete que lleva consigo historias contenidas, cuerpo orgánico y artístico fusionados por las inquietantes formas del papel compactado, las manchas de café y las tazas que van del papel al objeto.
En esta obra el artista transforma un elemento que fue objeto de comercio en un elemento netamente plástico, crudo, rustico, artesanal único, artístico. Abre sin duda, simbólicamente, las nuevas vías de contacto entre los dos estados, a través del arte.
[1] Colectiva de artistas del Táchira. Producción en conjunto: Fundación Cultural Bordes y el Centro de arte de Maracaibo Lía Bermúdez, Director de Museo: Martín Sánchez Mestre. Octubre 2016/Febrero 2017. Curaduría: Marilyn Fernández.
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